Este monasterio y sus zonas románicas, representan una de las obras más grandiosas del arte medieval europeo.
El monasterio de Santo Domingo de Silos fue construido en época visigoda, aunque su esplendor llegó en la segunda mitad del siglo XI con el mandato de Santo Domingo quién comenzó con la reconstrucción del monasterio . En el siglo XVIII la iglesia románica fue destruida y reconstruida por el arquitecto Ventura Rodríguez en estilo neoclásico, pero el claustro sobrevive sin ser prácticamente reconstruido.
El claustro consta de una planta cuadrada irregular, formada por dos pisos, los cuales estan a su vez formados por catorce arcos por crujía en el lado oriente y poniente y norte y sur sumando dos más, en total sesenta arcos que depositan su peso sobre sesenta y cuatro columnas con diferentes capiteles, bancos y pilares, además posee un patio con un famoso ciprés del cual cuentan ser una señal de dirección indicando a los mortales cuál ha de ser su camino, tras peregrinar por el claustro. Este ciprés ha sido objeto de alabanza para muchos poetas como veremos más adelante.
esta constituido por dos épocas: las galerías Oriente y Norte son de la segunda mitad del siglo XI mientras que las galerías Sur y Poniente pertenecen al siglo XII. Esta formado por arcos de medio punto con columnas separadas y sustentandas por capiteles con sus cestas muy separadas. Algunos capiteles han sido reformados y muestran una R para diferenciarlos, todos son de temas muy variados como monstruos y seres fantásticos enredados, vegetales o animales, con una clara intención bíblica. A continuación, veremos varios ejemplos de capiteles de la zona norte, este, oeste y sur:
Huida a Egipto
Leones enredados
Aves picandose las alas
El piso superior
Sirenas
Leones de bulto redondo
También en la parte norte encontramos el Descenso de la cruz de Cristo observamos como en todos un arco de medio punto que cubre las figuras, en el aparecen Juan, Nicodemo y María quienes le acogen a pesar del drama de una muerte.
La Duda de Santo Tomás
Y por último las dos escenas que se muestran son: La Ascensión de Cristo a los Cielos, donde el autor quiere mostrar tres niveles de profundidad: la parte inferior con siete apóstoles la intermedia con seis y la superior con el rostro de Cristo, donde su centra nuestra vista como el punto clave que está subiendo a los cielos.
Y también el relieve de Pentecostés, parece una continuación de la Ascensión de Cristo, sigue mostrando las dos filas de apóstoles con dos ángeles que muestran la abertura del cielo para que aparezca la mano de Dios y pueda bendecir.
muestra en la enjunta dos mujeres y dos hombres tocando instrumentos como celebración ante la Resurrección de Cristo, aunque el episodio principal es la conocida anécdota que protagoniza Tomás, uno de los discípulos de Cristo, el cual no creía que sus compañeros habían visto al maestro. Jesús le ofrece su costado para que compruebe sus heridas, demostrando que ha resucitado, demostrando así su divinidad.
El Primer maestro se centra a finales del siglo XI y se caracteríza por la separación de sus columnas debído a la dimensión de sus bases. Se encargó de la representación de los machones de la Ascensión, Pentecostés, Resurrección, Descendimiento, Discípulos de Emaús y Duda de Santo Tomás además trabajó los capiteles de las crujías este y norte, y algunas de poniente que no terminó.
El Segundo Maestro trabajó hasta la mitad del siglo XII repitiendo o acabando alguna obra del primero pero con menos originalidad y más realismo en sus esculturas de fieras. Su obra se encuentra en los capiteles de la crujía sur y de poniente. Su principal característica al contrario que el primer maestro es que las columnas se encuentran adosadas y hay variedad de temas en sus basas.
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Para finalizar esta presentación, como mencioné anteriormente, el ciprés del monasterio de Silos ha sido fuente de inspiración para varios poetas, un ejemplo de ello es este poema de Gerardo Diego:
A Ángel del Río
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
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